Que
cosas pasan… Por casualidad, hablando con una amiga, me comenta que una
escritora muy nuestra, Lola Gutiérrez, ha presentado recientemente un libro
titulado “Virazón” y que habla de unos tercios del siglo XVIII… eso me cuenta y
pienso ¿Qué tercios? Luego me nombra “Dragones de cuera” ¿…? En la vida había
oído hablar de tales “tercios”
No
he tenido todavía la oportunidad de leer tal novela y prometo leerla en cuanto
tenga ocasión de hacerlo, pero mientras tanto me pica la curiosidad y busco el
significado del titulo en la RAE
Virazón:
1-
Viento
que en las costas sopla de la parte del mar durante el día, alternando con el
terral que sopla de noche y sucediéndose ambos con bastante regularidad en todo
el curso del año mientras no hay temporal.
2-
Cambio
repentino del viento
3-
Cambio
repentino en las ideas o conductas.
Siguiendo
con la búsqueda, ¿Qué son los “Dragones de cuera”? La paciencia no suele ser
una de mis virtudes y buscamos…
El
“tío Google” que todo lo sabe, me dice algo. Una página estupenda GEHM (Grupo
de estudios de historia militar) nos habla de “Los Dragones de cuera -El primer
lejano oeste”. ¡Alucino! Porque no tenía ni la más remota idea de lo importante
que fue la actuación del ejército español en el siglo XVIII, en los inmensos
territorios que hubo de controlar, en lo que hoy son los Estados Unidos de
America.
España
tenía que vigilar todas estas zonas que aún pertenecían a la Corona y para
patrullar estas grandes extensiones de tierras, de norte a sur y de este a
oeste, se crea un nuevo tipo de soldado, el “Dragón de cuera”, o “Soldado
presidial”
Sus
uniformes eran muy adecuados para la lucha del cuerpo a cuerpo, con indios
sobre todo, así que digo yo, que debieron de pensar aquello de “donde fueras
haz lo que vieras” y la equipación nada tenía que ver con los uniformes del
siglo XVIII que estamos acostumbrados a ver en películas y museos.
La
“cuera” era un abrigo largo sin mangas, formado por hasta siete capas de piel o
cuero, lo que la hacía resistente a las flechas de los indios enemigos y podía
pesar hasta diez kilos.
En
1772, queda regulado el uniforme de la siguiente manera: Chupa corta de tripe,
(tejido de lana o esparto parecido al terciopelo) o paño azul con collarín
encarnado, calzón de tripe azul, capa de paño en el mismo color, cuera y
bandolera de gamuza en la se bordaba el nombre del “presidio” (en la cuarta
acepción de la RAE, guarnición de soldados que se ponían en plazas y fortalezas
para su defensa y custodia) que era como un pequeño fuerte. Estos estaban
diseminados a lo largo de toda la frontera española en America del norte.
También
llevaban un corbatín negro, sombrero también negro con cinta roja, zapatos y
botines, además de una adarga (escudo de cuero) con los cuarteles de Castilla
dibujados en el centro. Una espada ancha, una larga lanza, pistolas y escopeta,
completaban su equipamiento.
Para
cubrir tantos kilómetros de fronteras, cada uno de estos soldados, disponía de
seis caballos. En sus banderas, también llevaban los cuarteles de Castilla, o
la Cruz de San Andrés.
El
ingreso en este ejército era voluntario. El 50% eran españoles, el 30% mestizos y el resto indios amigos.
Aún
nos queda mucho por saber de la historia española en America y por lo que he
podido averiguar, fuimos de lo mejorcito en ejércitos de ese tiempo y muchos
héroes desconocidos, en su lucha contra
ingleses, indios etc. contribuyeron a la formación de lo que hoy son los
Estados Unidos de America.
Espero
con impaciencia leer la novela de Lola Gutiérrez, que debe ser de lo más
interesante.
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