Estos meses de jornadas
calurosas, noches sofocantes y madrugadas de alivio, me recuerdan otros días,
otras noches y otras madrugadas. ¿Por que ahora nos parece que es más
insoportable el calor?
Nos hemos olvidado
del agua fresquita del botijo, de cómo nuestros abuelos se refrescaban en las
horas nocturnas sentados a las puertas de sus casas de planta baja, ya fuera en
sillas o hamacas y en tertulia con los moradores de las casas colindantes, que
también habían sacado sus asientos a la puerta, en busca de fresco y
conversación.
Los cuerpos
bajaban su temperatura con el relente nocturno y las mentes se relajaban con la
conversación intrascendente con los vecinos, dando un repaso al día pasado, o
bien hablando de los planes para el
siguiente. La gente se acostaba fresquita y con las ventanas abiertas de
los dormitorios, y en la mesita de noche, algún ramito de jazmines para
ahuyentar los mosquitos. No había ningún riesgo de que nadie rompiera o
asaltara su descanso. Eran otros tiempos…
Durante el día, en
las horas más tórridas, se salía poco a la calle, solo lo imprescindible para algún
recado imprevisto, porque las compras del ama de casa se hacían lo más temprano
posible, “con la fresca mañanera”
La casa, después
de ventilada, se refrescaba con un fregadito al suelo y se cerraban al sol
ventanas y puertas, dejando solo el resquicio oportuno por donde poder hacer entrar
un poco de corriente de aire. Eran otros tiempos…
La hora de la
comida se solucionaba con un buen gazpacho, una buena tortillita de patatas y
una hermosa tajada de sandia con sus pepitas y todo. Se podía cambiar el menú,
pero sin complicarse la vida, ensaladas… algún arrocito… o algún estupendo
frito, ya fuera de pescado o de carne. ..¡¡Os aseguro que la gente no tenía
colesterol!! Ni se sabía que era eso. Eran otros tiempos…
Si alguna buena
costumbre no se ha perdido, es la de la siesta. Pero lo más importante… nadie
tenía prisa, el silencio reinante a esas horas, te relajaba y adormilaba
dulcemente. ¡El silencio! ¿No echáis de menos el silencio?
Ahora, para
quitarnos el calor, nos vamos a la playa a “refrescarnos” con el bañito en las
horas que más calienta el sol… luego de “refrescarnos” volvemos a casa con todo
el caneo del centro del día, con lo cual llegas igual o más calurosa y sigues teniendo calor aunque te
duches. Y como se tiene mas calor… o abres más las ventanas (con lo cual entra
más calor) o cierras y te pones el aire acondicionado… ¡Ay que me duele la
garganta!
Como no ha habido
tiempo de preparar la comida,… niños ¿queréis una hamburguesa, o pido unas
pizzas?
La siesta corta, ¡pero
ruidosa! Los coches no paran en la carretera y aquel vecino impertinente esta
viendo la tele para Orejuela del Sordete, así que, ¡venga! hay que volver a la
playa, a calentarnos un poquito más. Eso si, se nota que los tiempos han
cambiado en que la gente no vuelve de la playa hasta que es casi de noche, pero
no por eso hemos bajado el agobio del calor… y ¡venga!.. otra ducha y un
bocadillo rápido que nos vamos a dar un paseo… o sea… cuando caes en la cama,
¡estas rendido! Y mañana vuelta a empezar. Al acabar el verano, necesitas otras
vacaciones para descansar del verano, del stress, y del calor,…por lo cual, se
deduce, que aquí nos pueden dar las uvas esperando que llegue el fresco.
Son otros tiempos…
¡Que tengamos un
feliz verano!