El pasado jueves 6 de Febrero, la Orquesta Sinfónica de Cartagena, deleitó a todos los presentes en el Auditorio El Batel de nuestra ciudad.
Un lujo, un verdadero lujo ver y escuchar como todos los músicos de este magnífica orquesta que tenemos en Cartagena hicieron sonar sus instrumentos con una perfección impecable, que a nuestros oídos sonaban a gloria.
Y es que la música nos eleva de la realidad cotidiana, al celestial mundo de los dioses, que dirían los antiguos romanos.
Violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, oboes, clarinetes, fagotes, saxofones, trompas, trompetas, trombones, tubas, timbales y percusión. Todos interpretando su correspondiente partitura de cada pieza musical, según el programa del evento.
Y como es natural y obligatorio, un director. Un director que como en todas las cosas de la vida hace que todo funcione como debe ser.
¡Y vaya si funcionó! El programa, maravilloso. En la primera parte, Maurice Ravel y Amadeus Mozart, con la interpretación exquisita de un virtuoso del oboe: Javier Ayala Romero.
En la segunda parte, más piezas de Ravel, con el colofón del famoso y único “Bolero de Ravel”. Todo el auditorio vibró al compás de ese “crescendo” de la intensidad de la música, uniéndose en una repetición “hipnótica”, más y más instrumentos hasta incluir a toda la orquesta. Solo se me ocurre decir… ¡Fantástico!
Como propina de este “Concierto Extraordinario”, que además celebraba el Centenario del Conservatorio de música de Cartagena y el 150 aniversario del nacimiento de Ravel, el excelente director de esta orquesta, Leonardo Martínez Cayuelas, nos obsequió con una preciosa “propina”, música de Manuel de Falla: Jota final de “El Sombrero de tres picos”.
Magia pura en El Batel.
Porque… ¿Qué es la música si no magia en manos de unos excepcionales músicos? Interpretes de esas partituras, que con sus respectivos instrumentos, nos hacen a todos soñar, y su director aunando en perfecta armonía todos los sonidos.
¡Magia!..., pura magia para nuestros oídos.
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